La arremetida de las tres grandes automotrices de Detroit y su video publicitario con tintes de ONG ha surtido efecto. El congreso de EEUU perfila un plan de 13 mil millones de dólares para evitar el colapso de este sector que hundiría aún más a la economía estadounidense. A fines de noviembre las automotoras lanzaron este alarmante video donde dan cuenta del apoteósico descalabro que vendría en el empleo si se deja caer a las tres grandes: GM, Ford y Chrysler. Los sindicatos hablan de 3 millones de empleos en riesgo, y con las cifras dadas a conocer el viernes nadie quiere fatalismos.
Al parecer tendremos que acostumbrarnos al deprimente espectáculo de la mendicidad de las grandes corporaciones. Por algo el primer ministro británico Gordon Brown sugurió a Bush y Obama no ceder a estas presiones y permitir la caída libre de la industria automotriz. Este argumento respondía a la necesidad de provocar un fuerte sacudón en la economía aplicando una política de shock, receta tan habitual del neoliberalismo. Esta vez, se buscaba que el shock sensibilizara a la industria frente a temas como el cambio climático, la búsqueda de energías renovables, los proyectos de largo plazo.
Pero al parecer no hay tiempo y los minutos son cruciales. Más aún frente al desastroso dato del desempleo de noviembre. Pese a que las tres grandes de Detroit vienen perdiendo cuota de mercado desde los años 70, sus excusas para innovar con vehículos no contaminantes son inaceptables para muchos parlamentarios. Los japoneses, coreanos y alemanes, con su nuevo Volkswagen, han hecho importantes avances en este aspecto mientras la automotoras estadounidenses acostumbradas al petróleo barato se han visto entrampadas en sus nuevos desarrollos.
Los 13 millones de dólares saldrán, en principio de un fondo de 25 mil millones autorizado para desarrollar vehiculos con mayor eficiencia ecológica. Esto es lo que más ha indignado a los parlamentarios demócratas, quienes sugerían que los recursos salieran de los 350 mil millones de dólares aprobados el 1 de octubre para los rescates financieros. Con esto se pone en riesgo los planes para el desarrollo de energías limpias.
Porque lo que esta en juego en esta nueva operación de rescate es hasta qué punto la economía sigue mirando al pasado o da un salto y mira al futuro. Gran parte de los temas como el calentamiento global, las energías contaminantes y el agotamiento de los recursos fósiles requieren de propuestas urgentes. El lado bueno de la crisis sería enfocar esfuerzos en esa dirección para construir un futuro de largo plazo. Mientras la crisis nos mantega pegados en el cortoplacismo seguiremos al borde del acantilado.
En Estocolmo, donde viajó para recibir su premio Nobel el próximo miércoles, Paul Krugman señaló que la industria automotriz está condenada a desaparecer y que su rescate es insostenible con la economía actual. “Es solo una solución de corto plazo, dijo Krugman, falta voluntad para aceptar el fracaso de una industria en medio de una crisis económica”.
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